El latín de ser una marcada lengua sintética pasó a ser poco
a poco una lengua analítica, en la que el orden de las palabras es un elemento
de sintaxis necesario. Ya en el latín arcaico empezó a constatarse la
desestima de este modelo y se advierte su reemplazo por un sistema de
preposiciones. Este sistema no se propició de forma definitiva hasta que
ocurrieron los cambios fonéticos del latín vulgar. Esto provocó que el sistema
de casos fuera difícil de mantener, perdiéndolos paulatinamente en un lapso
relativamente rápido.
Algunos dialectos conservaron una parte de este tipo de flexiones: el francés antiguo logró mantener un sistema de casos con un nominativo y uno oblicuo hasta entrado el siglo XII. El occitano antiguo también conservó un sistema parecido, así como el retorromano, que lo perdió hace unos 100 años. El rumano aún preserva un separado genitivo-dativo con vestigios de un vocativo en las voces femeninas.
La distinción entre el singular y el plural se marcaba con dos formas diferentes en las lenguas romances. En el norte y en el oeste de la línea Spezia-Rimini, al norte de Italia, el singular usualmente se distingue del plural por una /s/ final, que se presenta en el antiguo pluralacusativo. Al sur y al este de esta misma línea, se produce una alternancia vocálica final, proveniente del nominativo plural de la primera y la segunda declinación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario