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miércoles, 13 de marzo de 2013

Evolución del latín


EVOLUCIÓN DEL LATÍN
• Orígenes y expansión
El latín aparece hacia el año 1000 a. C. en el centro de Italia, al sur del río Tíber, entre los Apeninos y el mar Tirreno, en una región llamada Latium (Lacio), de donde proviene el nombre de la lengua y el de sus primeros habitantes, los latinos.
Junto al latín aparecen las otras dos lenguas del “grupo itálico”: el osco, al sur del Lacio, y el umbro, al noreste.
De las varias formas dialectales del latín primitivo (cada ciudad del Lacio tenía la suya), enseguida acabó imponiéndose la de Roma, a causa de su pronta hegemonía sobre toda la región.
Este latín “romano” se fue extendiendo a medida que se extendía también el dominio de Roma, primero en Italia, más tarde en los países ribereños del Mediterráneo occidental (incluida la Península Ibérica) hasta abarcar finalmente la Europa central, desde las Islas Británicas hasta Rumanía.
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, ocurrida en el siglo V, el latín continuó siendo la lengua común de gran parte de este territorio, hasta su fragmentación y transformación en las distintas lenguas románicas (siglos VIII-IX). Son, pues, dos mil años de uso ininterrumpido del latín, desde antes incluso de que Roma existiese hasta después de que dejara de ser la capital del Imperio.
Por lo que se refiere a la Península Ibérica, la presencia de la lengua latina duró alrededor de doce siglos (recordemos que la conquista romana se inicia en el siglo III a. C.).
• El latín vulgar
A este latín “hablado”, corriente, popular, se le llama latín vulgar. Es una lengua en continua evolución y con diferencias dialectales entre las regiones de la misma Italia, y más aun entre las diferentes provincias del Imperio (así, por ejemplo, puede hablarse de la existencia de un latín “hispano”, “galo”, “africano”, etc.).
Al descomponerse el Imperio y empezar la Edad Media, la evolución y fragmentación de la lengua se aceleran y acentúan hasta que el latín se convirtió en otra lengua, en parte igual y en parte distinta del latín tradicional, a la que ya en el siglo IX empezó a llamarse lingua romana rustica, de donde procede el nombre de lenguas románicas o romances para denominar a las diversas lenguas nacionales a que dio lugar. No obstante, muchas de las diferencias entre éstas y el latín literario ya se habían iniciado en el latín vulgar.
• El latín literario
A partir del siglo III a.C. comienza la literatura en latín: y con ella, el latín literario, culto, escrito. Tras un primer periodo de formación que tiene lugar en el siglo I a.C., el latín literario, fijado ya por las primeras gramáticas, se convierte en una de las grandes lenguas literarias de la antigüedad (lenguas “clásicas”), y como tal, a diferencia del latín vulgar, permanece prácticamente inalterado y unificado a través de los siglos; autores como Cicerón, Virgilio y Tácito, entre otros, dan fe de ello en distintas épocas de la antigüedad. En épocas posteriores, Tomas de Aquino, Dante, Petrarca...
Este latín culto, además de ser la lengua de la literatura en sentido estricto, fue la lengua en la que se transmitió todo el legado cultural romano: derecho, ciencia, lingüística, filosofía, etc.
• Pervivencia del latín
A lo largo de la Edad Media, el latín siguió siendo lengua de expresión de la cultura y alcanzó una revitalización extraordinaria en el Renacimiento (los humanistas como Erasmo o Luis Vives eran consumados latinistas). Como lengua de expresión culta y científica su uso se mantuvo hasta el siglo XVIII (Descartes, Leibniz, Newton, Linneo); y como lengua oficial de la Iglesia católica se ha mantenido en la liturgia y en sus documentos (en las encíclicas papales, por ejemplo) hasta la actualidad.
Ese carácter de vehículo de expresión universal de la cultura, romana primero y europea después, hizo que el latín estuviera presente en los estudios de los niveles medio y superior de todos los países civilizados durante tantos siglos. La presencia en los estudios ha sido además preeminente hasta hace no mucho.
A esta causa se debe también que todas las lenguas europeas, no sólo las lenguas románicas, hayan visto enriquecido su vocabulario con un gran número de palabras de raíz latina (cultismos)  Asimismo puede apreciarse en muchas de esas lenguas el mantenimiento del uso habitual de expresiones latinas, no sólo en el nivel culto del lenguaje sino también muchas de ellas en el nivel coloquial.

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